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El Castillo de Santa Clara, el refugio de Torremolinos


Castillo de Santa Clara de Torremolinos

Erigido en 1763 como fortaleza para defender la bahía de Málaga debido a la presencia de piratas, nadie habría podido adivinar el destino que le deparaba. En el momento en que se decidió crearla, la zona había sufrido un ataque muy importante que resultó catastrófico. Este origen violento fue la semilla del luminoso hotel que encontramos hoy día, pero su historia es mucho más larga y compleja.

Dos familias inglesas que cambiaron el destino del Castillo de Santa Clara

Tras su uso como fortaleza pasó a convertirse en cuartel de carabineros, pero el gran giro llegaría después de un siglo con la llegada de dos familias inglesas.

Por un lado, el mancuniano George Langworthy, que acabó siendo conocido como “el inglés de la peseta”. Se trataba de un rico que adquirió el castillo en 1898 junto a su pareja.
Por otro, Margarita Horn y Taylor, más conocida como Mrs. Beautell, que se mudó a Málaga tras tener problemas con su marido con el que vivía en Tenerife. Aunque, de primeras, se trasladó a Madrid, pero estaba enamorada de las pasas y la playa, así que decidió ir a donde pudiera disfrutar de ambas: Málaga.

Fue Margarita quien le arrendó el castillo al comandante, que había estado destinado en Aldershot, el mismo lugar que su padre. Margarita tendría entonces la idea de convertir el castillo en un lugar de hospedaje. Tick, un amigo común, se encargaría de proveer todo lo necesario para constituir la fortaleza como hotel. Publicarían un anuncio en el periódico Times que rezaba “familia inglesa recibe huéspedes en Torremolinos”. Incluso Margarita y su hija Nancy iban en coche hasta Gibraltar para recoger a muchos de los turistas que acudían, siendo la mayor grupos de Oxford que pasaban mucho tiempo allí y volvían asiduamente.

Un castillo marcado por el amor y la guerra

Unos años más tarde se alojaría allí el joven arquitecto estadounidense Mark Hawker. Se enamoraría de Nancy y se casarían en 1931. El americano se centraría darle un gran cambio a la edificación. La transformación fue espectacular, dotándola de espléndidos jardines y de miradores que permitían disfrutar del esplendor del Mediterráneo, conectándola con las playas de La Carihuela y El Bajondillo.

Por si todo esto fuera poco, el comandante fue, además, un personaje conocido de la zona. Cuando volvió de la Primera Guerra Mundial su esposa, Anne Margaret, murió de neumonía. Tras esto, se dedicaba a repartir monedas entre ancianos sin hogar, pescadores que no podían embarcar y personas necesitadas que se aproximaran a la fortaleza. De hecho, comenzó a ser conocido como “el señor de la peseta” y fue reconocido como hijo predilecto de Torremolinos en 1918.
Más tarde, a raíz de los problemas ocasionados por la caída de la bolsa de Nueva York y la que fue conocida como la Gran Depresión, el Castillo de Santa Clara se bautizó completamente como un hotel para recuperar ingresos. Los años 20 eran el momento idóneo para impulsarlo, el aeropuerto de Málaga se encontraba en plena construcción para ser la gran puerta de entrada de los turistas a la Costa del Sol y que en 1919 ya había abierto su primera línea comercial.

Por su parte, Margarita volvería a Tenerife con la burguesía industrial de la zona, dejando el hotel en manos de su hija y su yerno, que fue nombrado director del mismo y protagonizaría otro de los giros de guion de la fortaleza torremolinense.

El hotel como punto central de la libertad en la Costa del Sol

Durante esta etapa sucederían momentos históricos. En 1928 se hospedará el célebre poeta Luis Cernuda, cuya estancia en el edificio y en Torremolinos le sirvió de inspiración para su relato ‘El indolente’. Hubo muchas celebridades que han pasado por la historia de este hotel, pero la anécdota más relevante es la protagonizada por Salvador Dalí y Gala Éluard. El revuelo fue impresionante y todo por un gesto que hoy día es muy común en toda la zona: Gala se quitó la parte de arriba del bikini, siendo captada por un fotógrafo y hoy día se denomina este momento como “el primer topless de la Costa del Sol”. Sería el inicio de la imagen de Torremolinos como esa capital turística de la libertad que tan icónica y necesaria fue durante muchos años.

Tan liberal era la ciudad y tan central era el Hotel Castillo Santa Clara que en 1937 Hawker fue detenido por ser considerado informador para la embajada inglesa. No se trataba de algo repentino, el alojamiento se había constituido en sitio de reunión de los liberales británicos de la Costa del Sol y que, como cabe de esperar, eran detractores del fascismo que por aquel entonces se estaba propagando por Europa y amenazaba con apoderarse de España. Con la llegada de la dictadura, los Hawker tuvieron que abandonar la localidad.

En 1945 fallecerá Langworthy, dejando la herencia a sus empleados. El castillo será comprado en 1947 por Luis Felipe Padierna y le llegará su gran momento como referente del turismo en Andalucía con el boom del turismo internacional y el éxito de la marca de la Costa del Sol y de Torremolinos como iconos del mismo. Más tarde, acabaría reconstruyéndose y convertido en comunidad de propietarios.

Así es la historia de como dos familias inglesas impulsaron uno de los destinos más importantes de España y uno de los hoteles más relevantes de la historia de Málaga. Como contamos, el comandante fue nombrado hijo predilecto y en febrero de 2019 se le otorgó la medalla de la ciudad Reino Unido y se otorgó una calle a Margarita Horn y Taylor, reconociéndola como “incuestionable pionera de la Costa del Sol y de Torremolinos como destino turístico británico”.



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